Tres sillas de Anea

 

Nada más acabar la Guerra Civil española, cuatro mujeres solteras alrededor de la veintena adoptan a una sobrina de cinco años que ha quedado huérfana después de la contienda. La niña actuará como testigo presencial de las conversaciones de las adultas: mujeres guapas de cierto nivel social con el único objetivo de encontrar un buen partido para casarse en un tiempo en que los hombres escasean.

Tres sillas de Anea nos sitúa en el Oviedo de posguerra, una ciudad asolada por la destrucción y donde se cierne la más envenenada de las mojigaterías.

Los dos miraban el reloj

 

Un padre y su hijastro, ambos de avanzada edad, pasan la cena de Nochebuena solos, doce años después de la muerte de la esposa y madre. La velada se convierte en una auténtica dialéctica de reproches con el recuerdo permanente de la difunta y de las relaciones turbias que mantenían con ella.

Maribel Álvarez vuelve a afilar su pluma para construir una historia repleta de ironía, sarcasmo y con su peculiar sentido del humor acerado.

La galería de las niñas muertas

 

Margot es la ultima habitante de una casa donde han vivido cuatro generaciones de mujeres singulares y un solo hombre. A través de ella, y de los elementos invariables de la vivienda: un jardín con su fuente, un pozo con su candado herrumbroso y una galería llamada de las niñas muertas, conoceremos las vicisitudes del presente y de la vida pasada de esta familia, los misterios, frustraciones y relaciones que nos conducirán a climas de sentimientos encontrados.

Maribel Álvarez nos vuelve a deleitar en La galería de las niñas muertas con su habitual estilo pausado, preciso y evocador. Y, como en sus anteriores novelas, realiza una radiografía psicológica profunda de un buen puñado de personajes femeninos de la mas diferente índole con quienes el lector no tardara en empatizar.